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Cuevas de Sierra Espuña

  Los estudios espeleológicos del Parque Regional de Sierra Espuña son de sumo interés, tanto por constituir una amplia zona de absorción de aguas meteóricas, como por ser lugar apropiado para los procesos de karstificación (endokarst y exokarst) con el surgimiento de redes kársticas (cuevas y simas) y amplias zonas que dan lugar a alumbra- mientos de aguas subterráneas.

Las cavidades investigadas por los miembros del Centro Elfo de Murcia son una muestra del tremendo potencial espeleológico que Sierra Espuña posee y que sin duda alguna debe ser objeto de una continua investigación y exploración para poder conocer en detalle, no sólo la propia morfología y geología de la zona y de cada cavidad, sino también los importantes valores biológicos que poseen estas áreas. Su estudio científico, por tanto, resulta necesario y fundamental si se pretende llevar a cabo una correcta gestión encaminada a su protección y conservación. 

 Antecedentes En la Región de Murcia, Arturo Valenzuela realiza el primer trabajo de catalogación de cavidades de la provincia, publicándose en 1959 en la revista Speleon del Instituto de Geología de Oviedo. Este trabajo recoge más de 150 cuevas y simas y aporta una serie de datos que, para la fecha, estaban considerados como de gran actualidad y proeza dada la escasa posibilidad de investigar el medio debido a los materiales existentes. 

Posteriormente aparecen dos publicaciones recogidas bajo el nombre de “Comunicaciones sobre el Carst en la Provincia de Murcia”, en las que se tratan aspectos sobre la geología, geografía, hidrología, arqueología, espeleología, morfología, etc. de Los Losares (Cieza) y Revolcadores (Moratalla). Esta obra está considerada como el ejemplo más relevante durante la década de los 70 y parte de los 80 de un trabajo espeleológico completo, recibiendo elogios de todo espeleólogo y especialista y que todavía hoy día continua marcando la línea a seguir en materia de investigación subterránea.

7.2. Las cavidades de Sierra Espuña El mundo subterráneo del Parque Regional de Sierra Espuña muestra un desarrollo espeleológico que sin duda constituye uno de los de mayor potencial de la Región de Murcia. Las zonas don- de se desarrollan las cavidades están principalmente formadas por calizas y dolomías y poseen una variedad de desarrollos verticales y horizontales con profusión de formas del depósito calizo, que son un ejemplo de la obra creadora de la naturaleza y de una actividad kárstica incesante modelada por el agua. La Tabla 1 recoge las características de las principales cavidades localizadas en Sierra Espuña y su entorno.

 Características de las principales cavidades de Sierra Espuña.

  Nombre    Municipio                    Localización X Y                Altitud    Recorrido     Desnivel aproximado máximo

Sima del Lince Mula                Barranco  629.625 4195.575         930 m      81,50 m       28,50 m deValdelaparra

Pozo de los Musgos Mula        Fuente Blanca 626.500 4194.600  1.305 m    59,80 m          38,30 m

Cueva de la Moneda Totana    Cerro de la Moneda 629.100 4188.450 750 m    92 m           26 m

Sima de la Raja del Pino Mula Piedra del Almirez 626.947 4198.446 794 m  41,80 m       29,80 m

Sima de la Higuera Pliego Alto de Espuña 631.625 4204.850          520 m    4.882 m       162,50 m

Sima del Almez Pliego El Pinar          632.611 4206.292                  489 m       220 m            43 m

Dentro de las cavidades singulares debido a la capacidad de erosión que el agua ha mostrado, encontramos la Sima de la Raja del Pino (Mula) y la Sima de las Zorras (Aledo), ambas en el entorno del parque regional. Situada en el Barranco de Valdelaparra, la entrada de la Sima del Lince es un pozo de 28 m de profundidad que da paso a una gran sala con grandes columnas verticales. Sin embargo, en Sierra Espuña, la cavidad que representa el mayor desarrollo de erosión es el Pozo de los Musgos, cuyo pozo en vertical con forma de campana de 39 m de profundidad es, por sus dimensiones, uno de los más grandes del parque regional, siendo el pozo o sumidero más importante de la Región de Murcia .

Una de las cavidades más emblemáticas de Sierra Espuña, situada dentro del término municipal de Totana, es la Cueva de la Moneda, que posee una de las mayores salas subterráneas de la Región de Murcia y una de las coladas estalagmíticas más impresionantes con más de 10 m de longitud y cerca de 12 m de altura. La sala donde se desarrollan estos fenómenos endokársticos posee una bóveda con más de 20 m de altura y es, sin duda, con unas dimensiones de 60 m de longitud y 40 de anchura, uno de los más bellos anfiteatros naturales del parque.

La Cueva de la Matea, próxima a la Casa del Acebuchar, es una de las cavidades de mayor longitud de la sierra ya que cuenta con más de 1 km de extensión. Se trata de una cueva de tipo laberíntico con formas de depósito calizo que han creado bellas estalagmitas y coladas calizas de gran porte.

En el área circundante del parque, dentro del término municipal de Pliego, se encuentra la Sierra de la Atalaya, donde han sido descritos complejos sistemas subterráneos como la Sima de la Higuera, que cuenta un desarrollo longitudinal de más de 4 km y cerca de 140 m de desnivel. Posee algunas de las más bellas salas de la Región de Murcia como la Sala del Paraíso o la Sala de los Elfos, con formaciones litogénicas o conos calizos que superan los 2 m de altura. Estas formaciones fueron descubiertas por miembros del Centro Elfo en el año 1997. Próxima a esta cavidad se desarrolla la Sima del Almez en la Sierra del Pinar, que cuenta con una sala de más de 30 m de diámetro y sirve de cubil permanente a 7 especies de quirópteros dadas sus particulares condiciones microclimáticas.

A continuación se describen con más detalle las características de algunas de las principales cavidades:

Cueva de la Moneda. Se desarrolla en dolomías brechoides muy estratificadas de color gris oscuro a tonos azulados, pertenecientes al Complejo Maláguide de edad triásica. La tectónica local sugiere una fracturación intensa que parece determinante para la configuración definitiva de la cavidad, principalmente debido a las diaclasas de dirección N90E/30°S y N30E/20°SE, que junto con la estratificación de dirección N140E/25°SW, determinan unas alineaciones que concuerdan con la forma actual de la cavidad. Esto sugiere que la génesis de la cavidad esté ligada a un derrumbamiento y a la acción posterior de diversos movimientos tectónicos.

La cavidad es una gran sala con dos accesos. La entrada principal es una amplia boca fruto del hundimiento de una parte del techo y que posee un desnivel de 6 m hasta el suelo de la sala. La sala principal posee una longitud de 63 m y 40 m de anchura máxima, con una altura que llega en su parte más alta a 28 m. En su interior se desarrolla una pequeña sala denominada de la Columna Cortada y que posee 12 m de longitud, 5 m de anchura máxima y 10 m de altura en la zona más alta, encontrándose muy concrecionada por banderas, estalagmitas y estalactitas. En esta sala se abre también una sala superior con unas dimensiones similares y que desemboca por un estrecho conducto descendente en la sala principal de la cavidad. La segunda entrada se encuentra situada al este de la entrada principal y consiste en un conducto de pequeñas dimensiones que desemboca en una vertical de 12 m que alcanza la zona superior de la sala.

Los procesos endokársticos que han dado lugar al relleno litoquí- mico con el depósito del carbonato cálcico han sido muy abundantes y profusos, con la aparición de grandes formaciones como columnas, algunas de ellas con un diámetro que supera los 3 m, grandes coladas con una extensión de 7 m y grandes estalactitas y banderas que penden del techo en algunas zonas a más de 10 m de altura.

Además de su interés espeleológico, la Cueva de la Moneda es una importante cavidad tradicional en el entorno de Sierra Espuña ya que ha sido visitada desde tiempos inmemoriales. Muchos de sus visitantes han dejado una impronta en algunas de las formaciones escribiendo a lápiz sus nombres y la fecha de la visita, lo que evidencia su particular ocupación humana y su pertenencia a la memoria colectiva. La cita más antigua que se conserva data del 23 de Marzo de 1888.

Existen también ciertas leyendas locales que han contribuido a incrementar el carácter mágico y misterioso de esta cueva. Así por ejemplo en Alhama y Totana se cuenta que en época de la Reconquista (siglo XV) se descubrió en su interior un tesoro árabe de monedas de oro. Al parecer la cueva servía de refugio y de despensa del asentamiento fortificado situado en la zona superior del cerro donde se halla situada la cueva. También se dice que durante la Guerra Civil, los republicanos instalaron una máquina en la cavidad para la falsificación de moneda y de ahí supuestamente vendría el nombre.

Pozo de los Musgos. Se abre la cavidad a partir de una diaclasa presentado la boca principal 2 m de anchura y 2,50 de longitud. Esta entrada da paso a una vertical absoluta de 38 m de profundidad que finaliza en una sala de unos 10 m de longitud y 6 m de anchura máxima, con un suelo compuesto por un caos de bloques alóctonos de gran potencia, que enmascara el suelo original de la sima. La segunda boca de entrada es un pozo de unos 4 m de profundidad que permite el acceso al pozo principal a través de una ventana.

Las paredes del interior de la sima están pulidas y fosilizadas por el carbonato cálcico. Aunque las concreciones litoquímicas, localizadas sobre todo en la pared norte, son de escaso desarrollo, fosilizan algunos bloques del suelo. El musgo surge en la sima hasta los 15 m de recorrido descendente.

La sima fue abierta rígidamente sobre una diaclasa de dirección E-W y es un tubo de presión con aparición de forma de embudo a partir de los 22 m de profundidad, propia de las simas de declive positivo. En el fondo se acumulan derrubios y bloques de pequeño tamaño formando un suelo de materiales procedentes en mayor proporción del exterior, llegando algunos de ellos a rellenar el sumidero situado hacia el oeste en la Sala de Drácula.

Desde el punto de vista geológico, se trata de una sima de tipo tectónico de declive positivo, abierta y desarrollada en calizas jurásicas por efecto de la acción disolvente y erosiva de las aguas que se infiltran por la diaclasa. Se interpreta que, al actuar como sumidero de un relieve más elevado, podría tratarse de una sima o sumidero activo que encauza las aguas de escorrentía hacia el Barranco de Valdelaparra. 

Sima del Lince. Al igual que en el Pozo de los Musgos, la cavidad se abre a partir de una diaclasa. Se caracteriza por una boca principal de 0,5 m de anchura y 1,55 de longitud con una repisa situada a 1,60 m, abriéndose tras la entrada una vertical absoluta de 27 m de profundidad que finaliza en una sala con dos alturas diferenciadas. La sala denominada de La Luz se desarrolla en dirección NW a lo largo de 3 m de recorrido y desemboca en una ventana de apenas 0,75 m y casi cerrada por columnas que da entrada a una galería superior a través de un pasillo ascendente que posee en su mitad un pozo y permite el acceso a la Sala de la Arena. Ésta posee 13 m de longitud, 6 m de anchura y otros tantos de altura y está cubierta por polvo de carbonato cálcico. En el extremo oeste de la Sala de la Arena existe otra de pequeño tamaño, la Sala del Lince, que da nombre a la sima y es llamada así por la presencia en su interior del esqueleto de un lince de las cavernas.

En esta ocasión, la diaclasa que condiciona la entrada de la sima presenta una dirección SE-NW. Como ocurre en el Pozo de los Musgos, el fondo está cubierto por derribos y bloques de pequeño tamaño procedentes casi en su totalidad del exterior, llegando algunos de ellos a colmatar el sumidero situado hacia el sur en la Sala de la Luz.

7.3. Las cavidades, primeros lugares de ocupación humana en Sierra Espuña Las cuevas y abrigos rocosos de Sierra Espuña han sido utilizadas por el ser humano desde la Prehistoria. En los últimos años las prospecciones y excavaciones realizadas en el entorno de Sierra Espuña han proporcionado una serie de hallazgos arqueológicos de indudable interés científico y han permitido profundizar en el estudio de otros ya conocidos.

En palabras del gran arqueólogo Juan Cuadrado Ruiz, la Cueva de la Fuente del Lentisco, se sitúa en la ladera meridional de Sierra Espuña, en terrenos propiedad de don Joaquín Garríguez. La cata que hice en dicha cueva dio dos niveles, el más rico el superior, con buenos ejemplares magdalenienses, y el inferior con sílex atípicos en su mayoría y musterienses algunos de ellos (Cuadrado, 1947). Posteriormente, Ricardo Montes localiza la cueva en la Rambla del Cantar y aclara que los materiales citados por Cuadrado están depositados en el Museo Arqueológico de Almería y consisten en 36 piezas líticas, un núcleo y un fragmento de hueso (Montes, 1980, 1986). 

En el caso de la Cueva de la Moneda, ésta constituye un magnífico y amplio refugio para los hombres del Paleolítico e igualmente para los del Neolítico. En su interior (interesante también para los geólogos por sus bellísimas estalactitas que recuerdan las de la Cueva del Drach en Mallorca), hay un pequeño nacimiento de agua perfectamente potable que completa sus magníficas condiciones de habitabilidad. En la cueva y en sus alrededores recogí abundantes ejemplares de industria lítica con carácter Musteriense y Solutrense algunos de ellos (Cuadrado, 1947). Según Martínez Cavero (1997), en la actualidad se desconoce el paradero de este material y difícilmente aparece en el yacimiento algún vestigio arqueológico similar. 

Lo que sí se aprecia en el mismo cerro en el que se encuentra la cueva, aproximadamente a 200 m de la misma, es un asentamiento calcolítico en el que abunda el material cerámico y lítico de este periodo, así como restos de metal. Asociado a este asentamiento ha sido descubierto recientemente un yacimiento también calcolítico cuya característica principal es la de servir de depósito funerario colectivo. Conocido como Megalito-1, este enterramiento tipo dolmen se encuentra ubicado en una zona poblada de pino y matorral en la ladera del Morrón Redondo, a tan solo unos cientos de metros al sur del Cerro de la Cueva de la Moneda. Consta de una cámara simple de planta rectangular, con una longitud de 1,90 m y una anchura de 1,30 m, siendo su profundidad máxima de 1,10 m. Su eje mayor se encuentra orientado hacia el este. Rodea a esta cámara un círculo de piedras de diferentes tamaños superando lige- ramente los 5 metros el diámetro de dicho círculo. Su construcción evidencia la participación y cooperación de un buen número de los miembros de la comunidad y su emplazamiento, visible desde el poblado, revela la intención de los hombres del Calcolítico por mantener una relación visual constante con la morada de sus difuntos (Espinosa, 2004).

Mención aparte merecen las pinturas rupestres descubiertas en los abrigos rocosos de Sierra Espuña. En las Cuevas de la Plata, situadas a pocos metros de la casa forestal del mismo nombre y en las faldas del Pedro López, encontramos un pequeño abrigo donde se conservan unas sorprendentes pinturas por su tamaño y complejidad. Con unas dimensiones de 3 m de longitud y trazos lineales gruesos, hay dos segmentos de arcos de color rojo, uno sobre otro, en cuyo centro se eleva un trazo vertical de 1 m de altura. La interpretación de estas pinturas es difícil y parece sugerir la presencia de una embarcación. En otro sector del abrigo hay trazos sueltos también de adscripción prehistórica. 

Por otro lado, en la vertiente norte de Sierra Espuña se localizan diversas cavidades que, como en el caso de las Cuevas de la Plata, fueron utilizadas muy probablemente por grupos de pastores que realizaban recorridos en un momento de una incipiente ganadería. En el Barranco de la Hoz existe un pequeño abrigo con figuraciones geométricas también rojizas cuyo interés radica, no tanto en la propia importancia de las representaciones, como en su localización geográfica, ya que nos habla de un amplio territorio de montaña que debió tener un gran atractivo para las poblaciones prehistóricas. 

Ambos abrigos con pinturas tienen la consideración más alta que la Ley 16/85, del Patrimonio Histórico Español, otorga a un bien cultural. Pero aún más, estos lugares están incluidos dentro de la lista del Patrimonio Mundial de la Unesco, bajo el título de Arte Rupestre del Arco Mediterráneo de la Península Ibérica. 

Conservación de cavidades. El medio subterráneo en un universo en sí mismo, sin embargo es dependiente, al igual que el resto del planeta, de una larga lista de factores que pueden influir en su vida. Es por tanto un mundo frágil en extremo y que está a merced de aquellos depredadores del exterior que contaminan pero que en el interior influyen de manera especial, ya que los procesos se desarrollan con mayor lentitud y los daños que se ocasionan son en la mayoría de los casos irrecuperables. La conservación es pues, más que una mera lista de lo que se puede hacer o no hacer, un estado del espíritu, una creencia de que vale la pena conservar algunos rasgos naturales de esa tierra porque ayudan al hombre a conocer más cosas acerca de sí mismo y ensancha la cada vez más estrecha visión que de la naturaleza tiene.

Como cualquier otro medio natural, las cavidades son especialmente frágiles. La belleza que ha tardado miles de años en crearse puede ser destruida en escasos segundos por actos irreflexivos o accidenta- les, tanto por parte de los espeleólogos, como de los que no lo son. Es por ello que se ha de tener una conciencia de conservación, de preser- vación y en definitiva, una visión global de lo que la ecología medioambiental significa y cómo debe llevarse a la práctica tanto en el exterior como en el interior.

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