Sierra Espuña Viva

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Actividad Minera de Sierra Espuña

  Históricamente, junto con la recogida del esparto, dos han sido las principales actividades industriales llevadas a cabo en Sierra Espuña. La primera, desarrollada desde el siglo XVI hasta mediados del XX, fue el almacenaje, acarreo y distribución de hielo desde los Pozos de la Nieve hasta núcleos tan importantes como Murcia, Cartagena o Lorca. Su comercio y consumo, utilizado para conservar alimentos y medicinas, enfriar bebidas e incluso elaborar helados, llegó a ser tan popular que se convirtió en un artículo de primera necesidad y objeto de fiscalidad por parte de la hacienda real. 

La segunda actividad industrial, más desconocida y efímera, fue la explotación minera de los distintos recursos minerales que ofrecía la sierra. Las labores se llevaron a cabo en diferentes etapas, dentro siempre del intervalo de tiempo comprendido entre mediados del siglo XIX y los años 60 del siglo pasado. Hoy día, abandonadas ya la actividad minera y el comercio de la nieve, los recursos potencialmente explotables de Sierra Espuña pasan por el envasado del agua mineral procedente del manantial de Fuente de la Higuerica (Mula), que se comercializa con la denominación de Fuente Dueñas, y la actividad agrícola y ganadera que se desarrolla en fincas privadas como es el caso de la de Prado Mayor. 

 ¡Sierra Espuña también fue una zona minera!

 En la actualidad, muy pocos saben que hubo un tiempo en el cual Sierra Espuña proporcionó plomo, hierro, carbón, e incluso fosfatos. A continuación vamos a descubrir un poco más acerca de la historia de algunas de las explotaciones más importantes que hubo en distintos puntos de la sierra. 

Minas de Hierro y Plomo. En 1858 se descubre en el paraje de la Almolaya de Campíx, término municipal de Totana, un yacimiento de carbonato y sulfuro de plomo en plena superficie, de considerable riqueza metalífera y espesor inicial de 1 m, circunstancias que desataron la última fiebre minera conocida por Murcia en el siglo XIX. Una fiebre tan fulminante como efímera por el rápido agotamiento del filón, explotado como mina “San Andrés”. Dos años más tarde, tan solo una de las numerosas pertenencias acotadas en la zona funcionaba todavía, siendo su rendimiento más bien modesto. El mineral extraído era remitido a Cartagena para su beneficio. 

En el caso del hierro, el Archivo Municipal de Totana conserva las solicitudes de explotación de varias minas en el paraje de Campíx y el cabezo de la Cava, en la vertiente sur de Sierra Espuña. Datan del año 1907 y corresponden a las minas “Pepito”, “María”, “Los Anticipados”, “La Valerosa” y “Salvador”. También se tiene constancia de la extracción de hierro en la cumbre del Morrón de Alhama hacia 1870. En esta ocasión, la aventura acabó por arruinar al promotor del proyecto, el totanero Luis Pobos. 

Minas de Carbón. Desde un punto de vista geológico, los niveles de carbón del Barranco de la Hoz, término municipal de Mula, aparecen dentro de un intervalo de margas y margocalizas con gasterópodos y bivalvos del Eoceno Inferior y Medio. La existencia de carbón en Sierra Espuña fue descubierta de manera fortuita y a lo largo de la historia de las minas se pueden distinguir tres etapas bien diferenciadas: 

1. El movimiento en Sierra Espuña se inició a principios de 1917, cuando cierto obrero encontró en el Barranco de la Hoz unos niveles de arcilla negra pulverulenta que vio arder en el hogar. Una pequeña excavación puso al descubierto una capa de carbón duro y brillante de unos 50 cm de potencia. Este primer descubrimiento, la futura mina “San Vicente”, motivó un considerable movimiento de registros en toda la zona en un momento histórico en el que las demandas de carbón aumentaban considerablemente debido a los efectos de la 1ª Guerra Mundial. 

Sólo se comenzó a trabajar en “San Vicente”, para cuya explotación se formó la sociedad “Nueva Industria”, con domicilio en Cartagena, comenzando los arranques en marzo de 1917. La producción diaria llegó a ser de unas 10 toneladas de mineral y su precio sobre vagón en la estación de Alhama, de 100 pesetas por tonelada. Con todo, la demanda siempre superó a la oferta, siendo los principales consumidores la fábrica de gas de Cartagena, la “Compañía Metalúrgica” de Mazarrón y algunas empresas ferroviarias. Terminada la Gran Guerra, la imposibilidad de mantener los beneficios por el elevado coste del acarreo obligó al cese completo de los trabajos. En conjunto, se extrajeron 650 toneladas. 

2. La segunda etapa se inicia en la década de 1940 con la reanudación de las investigaciones sobre el carbón. Durante los años de la 2ª Guerra Mundial, las importaciones en nuestro país de combustibles sólidos se redujeron de una forma alarmante, por lo que se hizo imprescindible la búsqueda de nuevos yacimientos o el aprovechamiento de los ya conocidos. En esta tesitura, los precios se multiplicaron año tras año, especialmente a nivel nacional, lo que constituyó un acicate para la producción incluso en las localizaciones menos rentables como era el caso de Sierra Espuña. El estímulo provocado por la escasez de combustibles y su alto precio, motivó que la “Compañía Industrial y Comercial, S.L.” firmase en 1940 un contrato de arrendamiento con la propietaria de las minas, “La Termoeléctrica Industrial Española, S.A.”, con el objetivo de intensificar las explotaciones de carbón en la sierra. Con todo, la actividad nunca adquirió una relevancia significativa. Se demarcó un promedio de 100 hectáreas, donde se ocupaban unos 47 obreros (Figura 40). Por ende, la extracción nunca llegó a mecanizarse. 

Se obtenía un producto de mediana calidad que debía enfrentarse además con el gravoso problema de los transportes, tanto porque en gran parte había de efectuarse por caballerías, como por los entorpecimientos derivados del aprovisionamiento de gasolina. La consiguiente subida de costes llevaba al negocio al límite de la rentabilidad. Pero los problemas no terminaban ahí. En 1942 se tropezó con una grave dificultad para el mantenimiento de la explotación, al presentarse una enorme falla en una de las galerías y hundirse otra. Para una empresa con pocos recursos y escasos beneficios, semejante realidad supuso la quiebra financiera y en marzo de 1944 se clausuraron las labores. 

3. A finales de los años 50 se reanudan por última vez los trabajos de las Minas del As del Barranco de la Hoz, nombre con el que son conocidas hoy día las minas de carbón. Por esa misma época comienza también a explotarse durante algún tiempo un filón descubierto en el vecino Barranco de Valdelaparra. Gran parte de los mineros eran de Alhama, Pliego, Totana y, sobre todo, de El Berro. A la dureza del trabajo se sumaban las difíciles condiciones climáticas y los problemas derivados del agua que inundaban con frecuencia las galerías sub- terráneas. Todavía hoy algunos trabajadores recuerdan con claridad las Casas de los Obreros donde habitaban, la Casa del Ingeniero y las cuadras de los numerosos burros en los que, en recuas de cinco, transportaban el mineral más de 6 km hasta el descargador. En esta ocasión las minas se mantienen operativas hasta 1966, año en el que se abandonan definitivamente las labores debido en gran medida a la llegada del fueloil a Alcantarilla. 

A continuación rescatamos un fragmento del reportaje publicado en el año 1997 en el Boletín informativo del Parque Regional de Sierra Espuña sobre los avatares del trabajo en la mina, realizado a partir de los testimonios de alguno de los mineros que trabajaron en las explotaciones del Barranco de la Hoz: “Aquella tarde la tormenta se había formado más temprano de lo habitual. Los alargados nubarrones aparecieron por lo alto de Prado Mayor y la tronaera no tardó en dejarse oír. Pronto empezó a llover con intensidad, aunque no duró mucho. Los 8 ó 10 mineros que aquel día estábamos en el tajo terminamos de comer y abandonamos la casa para volver a la mina. Ya en el hondo del barranco, frente a la boca de la galería, nuestras caras de sorpresa hablaban por sí solas. La mina había desaparecido. Aún a pesar del muro de metro y medio, la tromba de agua que había descargado sobre Fuente Blanca y desaguado por el Barranco de la Hoz lo había saltado y la mina estaba inundada. Vivíamos de milagro”. (...) Ginés Sánchez y Gabriel coinciden en que el de vagonero era uno de los trabajos más duros. Aquel suelo de la mina, siempre saturado en agua, era de órdago. Tanto que cada semana fundían un par de esparteñas y en sus casas tenían que tra- bajar a destajo para confeccionarles unas tras otras. De picador era otra cosa: estaba mejor visto y se ganaba algo más, alrededor de 9 pesetas al día. Claro que cuando Juan fue picador durante los años 60 ese sueldo era de 50.000 pesetas al mes. Buena nómina para los tiempos que corrían. 

Minas de Fosfatos. Los estudios geológicos realizados por el ingeniero de minas José de Gorostízaga y López en los alrededores del Barranco de la Hoz, dieron como resultado el descubrimiento de un yacimiento de fosfatos en el año 1921 (Figura 41). Junto con el de Logrosán, descubierto en Cáceres en 1866, el yacimiento de Sierra Espuña se convertía así en el más antiguo de este tipo conocido en nuestro país. 

Los niveles de arcillas verdes ricas en fosfatos se localizan en unas calizas margosas del Cretácico Inferior con abundantes fósiles de erizos que afloran 200 m al sur de Prado Mayor. Su puesta en explotación comenzó en 1924 a cargo de la “Sociedad Termoeléctrica Industrial Española”. La extensión superficial abarcaba en principio 100 hectáreas y el sistema de arranque sería a cielo abierto. Las labores de preparación se iniciaron con 22 obreros y en ellas se obtendrán 2.000 toneladas que representaban un valor de 100.000 pesetas en el primer año de laboreo. Sin embargo, las dificultades se acumulaban y la empresa no llegaría a buen fin como consecuencia de la escasa riqueza del fosfato para ser empleado como abono y de la complicada ubicación geográfica de la explotación. Hay que tener en cuenta que unos 10 km había que recorrerlos en caballerías hasta llegar a la carretera en construcción y desde allí continuar en camiones hasta la estación de ferrocarril de Alhama. El transporte, en definitiva, resultaba caro.

Consideraciones finales En la actualidad, los trabajos de minería no aparecen contemplados en el Plan de Ordenación de los Recursos Naturales de Sierra Espuña (1995) debido fundamentalmente a razones de titularidad pública de un buen porcentaje de los montes potencialmente aprovechables y a la especial preocupación de la Administración Regional por la conservación de este área.

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