Sierra Espuña Viva

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Geología y Relieve

  La Sierra de Espuña, localizada en la Región de Murcia y encuadrada entre las localidades de Alhama de Murcia y Totana por el sur, Gebas por el este, Pliego y Casas Nuevas por el norte, y Aledo por el oeste, constituye un elemento principal entre las diferentes elevaciones montañosas de la Cordillera Bética, la cadena montañosa más meridional de la Península Ibérica.

Esta cordillera o cadena montañosa, que se extiende desde el Estrecho de Gibraltar hasta la provincia de Alicante, no hay que entenderla como un elemento aislado sino como parte de las Cordilleras Alpinas del Mediterráneo Occidental, al igual que los Pirineos y la Ibérica en España, el Rif, el Tell y las Kabilias en el norte de África y el Arco Cálabro-Peloritano y los Apeninos en Italia (Martín-Algarra, 1987).

Una de las grandes virtudes de Sierra Espuña que la convierten en elemento clave a la hora de entender la Cordillera Bética en particular y el Orógeno Alpino del Mediterráneo Occidental en general, es la presencia de terrenos que abarcan los últimos 300 millones de años de la historia geológica, es decir, desde finales de la era Primaria en el Paleozoico Superior (Carbonífero) hasta la actualidad .

Por lo que se ha podido reconstruir de manera fiable, después de la Orogenia Hercínica a finales de la Era Primaria, el sector más occidental de lo que hoy constituye el Mediterráneo formaba parte de un bloque continental compacto, esto es, una gran placa litosférica, llamada Pangea. Esta gran placa continental comprendía las actuales África, Europa y el norte de América, estando rodeada por el gran océano conocido como Panthalasa .

La historia geológica reciente empieza pues desde el inicio de la Era Secundaria (Triásico) en adelante. En ese momento, hace aproximadamente unos 280 millones de años, comenzó la fragmentación de Pangea mediante diversas aperturas oceánicas. La más importante es la que originó el Océano Atlántico, que aún prosigue en nuestros días. En la zona que nos atañe se dio la apertura del océano precursor del actual Mediterráneo, el Océano del Tethys. 

El Tethys se fue abriendo de manera paulatina desde las zonas más orientales hacia las occidentales, separando África de Europa, pero de la parte más occidental del Tethys durante la Era Secundaria debió estar constituida, por tanto, por la Placa Africana al sur, la Placa Ibérica al norte (sin estar unida aún a Europa) y el Continente Mesomediterráneo entre Africa e Iberia. Separando el Continente Mesomediterráneo de Africa y de Iberia habría dos brazos o cuencas oceánicas profundas relacionadas con el Tethys y llamadas, respectivamente, Cuenca Maghrébide, la del sur, y Cuenca Alpujárride-Nevado-Filábride, la del norte (Martín-Martín et al., 2006b). Además, tanto África como Iberia desarrollarían amplios márgenes continentales (Margen Norteafricano y Mar- gen Sudibérico) que servían de transición entre las zonas continentales emergidas y las cuencas profundas.

Durante la Orogenia Alpina, desde finales de la Era Mesozoica (Cretácico final, hace unos 72 millones de años), todo el Tethys occidental pasó de estar en apertura constante a generar un acercamiento y posterior colisión entre los diferentes dominios corticales (Guerrera et al., 2005). La primera en cerrarse fue la Cuenca Alpujárride-Nevado-Filábride; después la Cuenca Maghrébide, dando lugar en ambos casos a fenómenos de subducción, engrosamiento cortical, vulcanismo, metamorfismo y rota- ciones de bloques corticales (Martín-Martín et al., 2006b) y, en definitiva, a la generación de zonas montañosas tales como los Pirineos en la unión Iberia-Europa, la Cadena Ibérica, y por el sur, la Cordillera Bética. Los últi- mos movimientos en relación con la Orogenia Alpina desde hace unos 20 millones de años hablan de una nueva apertura oceánica y la formación del Mar Mediterráneo, tal como lo vemos hoy en día. Formándose numerosas placas menores entre ambos continentes. Las más interesantes para nosotros de estas microplacas son la Placa Ibérica y la llamada Placa o Continente Mesomediterráneo. Esta última es la principal responsable de numerosos terrenos de la Cordilleras Alpinas Perimediterráneas, en general, y de Sierra Espuña, en particular (Guerrera et al., 1993).

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